viernes, 3 de febrero de 2023

 El Gran Terremoto de Lisboa de 1755


El Gran Terremoto de Lisboa en el siglo XVIII, tuvo lugar entre las 09:30 y las 09:40 horas del 1 de noviembre de 1755,

Ese día, que es el día de Todos los Santos en el catolicismo y en el cual es obligación asistir a misa, la mayor parte de la población de Lisboa se encontraba en las iglesias.

El  gran sismo se caracterizó por su gran duración, dividida en varias fases y por su violencia, causando la muerte de entre 60 000 y 100 000 personas.3

Una descripción del reverendo Charles Davy en 1755, uno de los muchos extranjeros que vivían en Lisboa.

"Nunca se vio una mañana más hermosa que la del 1 de noviembre", "Era una metrópoli, la capital de un imperio colonial mundial que se extendía a África -con Angola, Mozambique y Cabo Verde-, Asia -con Goa y Macao- y, por supuesto, a América Latina, con Brasil", señaló Vic Echegoyen, autora de la novela histórica "Resurrecta".

"Portugal era un reino muy, muy rico gracias a las riquezas de esas colonias",

Los sismólogos estiman que la magnitud del terremoto de Lisboa habría sido de entre un 8.7 a 9.0 en la escala de magnitud con su epicentro en algún punto del océano Atlántico a menos de 300 km de Lisboa.5

El terremoto fue sucedido por un tsunami y un incendio que causaron la casi deºtrucción total de Lisboa.678

A causa de ser la festividad de Todos los Santos había numerosas lamparillas encendidas y eso provocó un voraz incendio ulterior. El ochenta y cinco por ciento (85 %) de los edificios de Lisboa resultaron destruidos, incluyendo palacios y famosas bibliotecas, así como la mayoría de los ejemplos de la arquitectura, distintiva del siglo xvi portugués.15

Los informes contemporáneos indican que el terremoto duró entre tres minutos y medio y seis minutos, produciendo grietas gigantescas de cinco metros de ancho que se abrieron en el centro de la ciudad.3​ Los supervivientes, huidos en pos de seguridad al espacio abierto que constituían los muelles pudieron observar cómo el agua empezó a retroceder, revelando el lecho del mar cubierto de restos de carga caída al mar y los viejos naufragios. Cuarenta minutos después del terremoto, tres olas de entre 6 y 20 metros engulleron el puerto y la zona del centro,10​ subiendo aguas arriba por el río Tajo.7​ En las áreas no afectadas por el maremoto, los incendios surgieron rápidamente, iniciados en su mayor parte por las velas encendidas en recuerdo a los difuntos en las iglesias, y las llamas asolaron la ciudad durante cinco días.118

De una población lisboeta de 275.000 habitantes,12​ unas 90.000 personas murieron. Otras 10.000 murieron en Marruecos, mientras que en Ayamonte (HuelvaEspaña) murieron más de 1.000 personas, y se registraron víctimas y daños de consideración en más puntos del sur de España y de toda la península ibérica.13

Este gran temblor acentuó las tensiones políticas en Portugal e interrumpió abruptamente las ambiciones imperiales de este país durante el siglo xviii.8

Lisboa ya había sido devastada anteriormente por otro desastre natural, el terremoto del 26 de enero de 1531, de una magnitud en torno a 8 en la escala de magnitud de momento. El de 1755 tuvo lugar la mañana del día de Todos los Santos, festivo nacional en Portugal y otros países católicos.3

De una población lisboeta de 275.000 habitantes,12​ unas 90.000 personas murieron. Otras 10.000 murieron en Marruecos, mientras que en Ayamonte (HuelvaEspaña) murieron más de 1.000 personas, y se registraron víctimas y daños de consideración en más puntos del sur de España y de toda la península ibérica.13

Aunque generalmente se le llama terremoto de Lisboa, fue en España y Portugal donde la sacudida alcanzó su mayor violencia, sus efectos se extendieron por la mayor parte de EuropaÁfrica y América. Se sintió en Groenlandia, las AntillasMadeiraNoruegaSuecia, el Reino Unido e Irlanda.

La conmoción fue casi tan violenta en África como en Europa. Gran parte de Argel fue destruida; y a corta distancia de Marruecos, una ciudad de ocho a diez mil habitantes desapareció. Una ola formidable barrió las costas de España y África, sumergiendo ciudades y causando inmensa desolación. 14

No hay que olvidar que murieron miles de católicos practicantes que cumplìan su obligación de ir a misa.

Tampoco hay que olvidar el supuesto karma que implicaba los miles de guaraníes y otros indígenas que en ese mismo momento estaban siendo sacrificados al imperialismo portugués y español en la guerra guaranítica.

El terremoto de Lisboa de 1755, el desastre que cambió la historia y enfrentó a la Inquisición con los Rousseau, Voltaire y Kant

"Voltaire ya era crítico de la interpretación teológica de la naturaleza, y muchas de sus obras ironisaban esa idea de que Dios gobernaba de alguna forma todos los asuntos humanos. Se refirió en forma sarcàstica a la reacción de los intelectuales portugueses luego del desastre. “Pasado el terremoto que habia destruido las tres quartas partes de Lisboa, el mas eficaz medio que se le ocurrió a los sabios del país para precaver una total ruina, fue la fiesta de un soberbio auto de fe, habiendo decidido la universidad de Coïmbra que el espectáculo de unas cuantas personas quemadas a fuego lento con toda solemnidad es infalible secreto para impedir los temblores de Tierra", escribiría Voltaire en su controvertido cuento filosófico "Cándido" (1759).

Al mismo tiempo que la Inquisición hacía lo suyo, las grandes mentes de la época, muchas de las cuales empezaban a mirar el mundo de una manera nueva, aquellos que ahora asociamos con la Era de la Ilustración, reflexionaban sobre el tema.

Emanuel Kant publicó tres textos separados sobre el desastre, convirtiéndose en uno de los primeros pensadores en intentar explicar los terremotos por causas naturales, en lugar de sobrenaturales.

Y Voltaire y Jean-Jacques Rousseau tuvieron un famoso intercambio de ideas sobre el desastre presagiando la divulgación de las ideas de la ilustración..

La catástrofe había desafiado el optimismo de la era articulado por el alemán Gottfried Leibniz y el poeta inglés Alexander Pope, quienes resolvieron el problema tradicional del mal al afirmar que la bondad de Dios había asegurado la de la Creación en general, lo que implicaba que cualquier apariencia del mal era sólo eso, apariencia, producto de la incapacidad de los humanos para comprender su función dentro del todo.

"La filosofía dominante dictaba que vivíamos en el mejor de los mundos posibles, que incluso en estos desastres había una providencia divina, que dios estaba trabajando en algún plan y que no era nuestro lugar cuestionar", explicó Paice.

Y, agregó Paice, pocas semanas después del terremoto, "en su 'Poema sobre el desastre de Lisboa' disparó la primera salva en lo que iba a ser uno de los principales debates filosóficos de la historia, cuestionando al Dios que podía ver cualquier bien en algo tan horrible como lo ocurrido".

El terremoto de Lisboa aceleró los procesos que conducirían a la revolución de las ideas y política de fines del siglo XVIII y durante el siglo XIX.

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