lunes, 11 de abril de 2022

La Virgen de Guadalupe en realidad es Tonantzin, la Diosa Madre de los pueblos nahuatl

La Virgen de Guadalupe es la creencia histórica y contemporánea desarrollada en México a partir de Tonantzin, también llamada Coatlicue, la antigua deidad de los mexicas  Como generalmente se sabe la Virgen de Guadalupe se ha transformado en la patrona religiosa católica de México.  En este video procuramos describir como surgió esta creencia a partir de una supuesta aparición de la Virgen María y que en realidad fue una adaptación teatral (tal como lo describiera Eduardo del Río-Rius) que hicieron los religiosos españoles durante mucho tiempo hasta que fuera aceptado como hecho real.

 de la antigua deidad mexica Tonantzin (también llamada Coatlicue).

Recordamos que  Las raíces primigenias de esta imagen y creencia católica surgieron   de la Virgen de Guadalupe de Extremadura en España, por la cual tenían devoción muchos conquistadores españoles. Guadalupe, un nombre geográfico  viene de la voz árabe «wadi-lupi» significa «río de lobos»​ en referencia a los animales que podrían abrevar en las cercanías del santuario.  Hernán Cortés el principal lider de la conquista de México era precisamente oriundo de Extremadura y tenía esta virgen como su símbolo religioso católico.

Bueno, en efecto, fue sobre las ruinas de los templos de Tonantzin que los invasores desarrollaron el mito y construyeron las iglesias de la Virgen de Guadalupe.

Gradualmente a lo largo de los años  los nativos se fueron acostumbrando a las nuevas imágenes hasta la actualidad donde pocos mexicanos recuerdan los profundos orígenes terrenales y creativos que los españoles desarrollaron para impulsar las creencias.

Y ahora expliquemos quien era Coatlicue, la diosa azteca que fuera utilizada por la iglesia para reencarnar a la creencia de la Virgen de Guadalupe.

Digamos que Coatlicue  También recibía el nombre de Tonāntzin 'nuestra (to-) madre (nān-) venerada (-tzin)  

Era adorada por los pueblos nahuatl como la madre de los dioses y estaba representada como una mujer con una falda de serpientes. Tenía los pechos caídos, símbolo de la fertilidad y un collar de manos y corazones humanos que representaría lo efímero de la vida. La imagen más conocida se encuentra en el Museo Nacional de Antropología de la ciudad de México. Es una estatua monumental. En ella, además de la falda de serpientes, se pueden ver serpientes por todo el monumento. La cabeza está constituida por dos serpientes que se encuentran, símbolo de la dualidad que al crearse dio inicio a todo el universo.  

En la mitología nahuatl Coatlicue era madre de los Centzon Hui tznahuac, los “cuatrocientos surianos”, que eran los dioses de las estrellas del sur (lo que denominamos la Cruz del Sur y la constelación del Centauro, que son visibles desde la ciudad de México en los meses de abril y mayo). Coatlicue era madre de Coyolxauhqui, que era quien precisamente regía a sus hermanos del cielo del sur. Coyolxauhqui es representada a menudo como una diosa lunar que fuera descuartizada en imagen por un dios guerrero que también era presentado como hijo de Coatlicue, llamado Huitzilopochtli.

Huitzilopochtli era un dios que había nacido a  partir de una pluma de colibrí implantado en el vientre de su madre Coatlicue.

Este dios, hijo mitológico de Coatlicue nació adulto, armado y violento y lo primero que hizo fue descuartizar a su hermana Coyolxauhqui como símbolo del advenimiento y conquista del valle de Anahuac, o sea de la meseta mexicana, por la sociedad patriarcal y guerrerista de los aztecas. Para los mexicas, Huitzilopochtli que era representado paradójicamente como un colibrí  era el dios del sol y de la voluntad, patrón de la guerra, de las tácticas bélicas, de las batallas y del fuego,

Como señalaba antes, los españoles aprovecharon la creencia de los mexicas en Tonantzin o Coatlicue para introducir el culto de la Virgen María, en particular la Virgen de Guadalupe (que según explicaba al principio era un culto de Extremadura, de donde provenía Hernán Cortés).

Estos orígenes los relata ilustrativamente Bernardino de Sahagún en la Historia general de las cosas de la Nueva España, 1540-1585

Los mexicas “ tenían un templo dedicado a la madre de los dioses, que ellos llaman Tonantzin, que quiere decir nuestra madre. Allí hacían muchos sacrificios en honra de esta diosa, y venían a ella de muy lejanas tierras, de más de veinte leguas de todas las comarcas de México, y traían muchas ofrendas: venían hombres y mujeres y mozos y mozas a estas fiestas. Era grande el concurso de gente en estos días y todos decían 'vamos a la fiesta de Tonantzin';

Y continúa Sahagún: “ahora que está ahí edificada la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, también la llaman Tonantzin, tomando ocasión de los predicadores que también la llaman Tonantzin. ...y vienen ahora a visitar a esta Tonantzin de muy lejos, tan lejos como de antes, la cual devoción también es sospechosa, porque en todas partes hay muchas iglesias de Nuestra Señora, y no van a ellas, y vienen de lejanas tierras a esta Tonantzin como antiguamente."

La leyenda que impusieron las autoridades católicas coloniales al principio del proceso de colonización se basó a en un hecho que supuestamente habría ocurrido el 12 de diciembre de 1531, en que la Virgen de Guadalupe se le apareció a un indígena chichimeca Juan Diego Cuauhtlatoatzin en el cerro del Tepeyac, y le mandó que le dijese al obispo de México, fray Juan de Zumárraga, que le erigiera un templo en ese lugar. Según Eduardo del Río, un famoso caricaturista y estudioso mexicano conocido como Rius este mito fue impuesto gradualmente por la iglesia a partir de representaciones teatrales de la aparición que al ser repetidas incontadas veces pasó a aceptarse como un hecho real.

“El mito de Juan Diego le permitió un vehículo muy importante a la Iglesia Católica de convencer, sobre todo a las comunidades indígenas, de ver que uno de los ‘suyos’ había sido converso al catolicismo y de que había que aceptarlo. Esto ayudó a procesar una evangelización mucho más rápida y sobre todo más eficiente.

El principal centro de culto de la creencia guadalupana està precisamente ubicada en las faldas del cerro del Tepeyac en la Basílica de Guadalupe en el norte de la Ciudad de México.

 

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