domingo, 21 de noviembre de 2021

Campos de refugiados en Samos, Grecia


En la isla griega de Samos puedes nadar en el mismo mar donde los refugiados se están ahogando. Las playas de arena y las colinas, coloreadas por un atardecer en el mar Egeo, esconden una emergencia humanitaria que es sintomática de un giro global contra la migración.

Durante mi visita a Samos la semana pasada, me dijeron que las autoridades griegas interceptaban a los refugiados sin tener la oportunidad de solicitar protección como refugiados o incluso hablar con un abogado. Sin estas oportunidades, a menudo son devueltos a Turquía al amparo de la oscuridad.

Esta práctica se conoce como "devoluciones" o "intercepciones en el mar", en las que los barcos de personas que buscan protección para refugiados son devueltos a aguas turcas por las autoridades griegas y europeas sin que se les permita solicitar asilo. Este proceso se ve facilitado por diversas tecnologías de vigilancia.

Soy abogado e investigador especializado en cómo las diversas tecnologías de vigilancia impactan a las personas en movimiento. Gran parte de mi trabajo se desarrolla sobre el terreno, documentando el uso de la tecnología en espacios fronterizos como las fronteras de Europa.

Me reuní con un grupo de refugiados de Somalia, que lograron registrarse ante las autoridades gracias a la rápida actuación de abogados, médicos y periodistas locales. Pero muchos otros no tienen tanta suerte: he escuchado historias de familias sirias con bebés que fueron devueltos a Turquía, y de una mujer que sufrió un aborto espontáneo en el bosque debido al estrés.

Las personas no solo son enviadas de regreso a Turquía en barcos, también ocurren muertes en las aguas del mar Egeo.

Un grupo de mujeres de Costa de Marfil que vivían en la “jungla” ciudad de tiendas de campaña que rodeaba el antiguo campo de refugiados en Samos me contó sobre dos jóvenes que se ahogaron durante un regreso forzado la semana pasada, un caso confirmado por la guardia costera turca.

Si bien los detalles exactos de estas historias son difíciles de corroborar debido al secreto de las prácticas de retroceso, lo que es indiscutible son las experiencias de las personas que chocan contra un régimen de migración violenta en los márgenes de Europa.

La violencia fronteriza es un problema mundial. Las escenas de agentes de la patrulla fronteriza a caballo azotando a personas de Haití que intentan cruzar el Río Bravo hacia Texas son parte de la misma maquinaria migratoria que pone bebés en botes en el mar Egeo y secuestra a personas durante años en los centros de detención en alta mar de Australia.

Para aquellos que sobreviven a estos viajes y llegan a un lugar donde pueden buscar protección, se encuentran con alambre de púas, vigilancia y segregación.

Campos de refugiados y tecnologías de vigilancia

En Samos, la semana pasada marcó la apertura de un nuevo y extenso campo de refugiados, escondido en colinas yermas blanqueadas por el sol a más de 10 kilómetros de Vathy, una gran ciudad llena de turistas que disfrutan de las bellezas de la isla del Egeo.

Soy una de las pocas personas que pudo ver el interior del nuevo campamento durante su ceremonia de apertura oficial el 18 de septiembre de 2021 durante una gira invitada.

Una vez dentro, puedes ver cámaras, altavoces y diversas tecnologías de vigilancia esparcidas por todo el campamento. Es el primero de una serie de cinco campos de refugiados propuestos en las islas del Egeo que está lleno de diversas tecnologías de vigilancia. Ha sido ampliamente elogiado como un "hito importante" en la gestión de la migración por los Asuntos de Interior de la UE.

Este nuevo "centro de acceso controlado cerrado" cuenta con puertas magnéticas con kilómetros de "valla de seguridad doble tipo OTAN" y "software inteligente" que utiliza algoritmos de detección de movimiento para notificar al Centro de Eventos Local y al Centro de Control en Atenas de cualquier actividad sospechosa. También se utilizan varios drones y tecnologías de vigilancia para monitorear las aguas del Mar Egeo, ayudando con las intercepciones marítimas.

Esta vigilancia está totalmente financiada por la Unión Europea.

La gente con la que hablo tiene miedo de lo que está por venir. Algunos llaman a los nuevos campamentos una "prisión" y les preocupa estar lejos de los servicios y estar siempre vigilados. Otros se preocupan por una mayor discriminación o por verse reducidos a huellas dactilares y escaneos oculares. Si bien las condiciones en muchos de los campamentos actuales son deplorables, la titulización y la vigilancia solo sirven para deshumanizar aún más a las personas que buscan protección.

Un apetito global por la titulización y la vigilancia

Grecia refleja la creciente demanda mundial de titulización y vigilancia.

La toma de decisiones automatizada, la biometría y los drones sin piloto controlan cada vez más la migración a medida que los estados recurren a una intervención tecnológica no regulada, impulsada por un complejo industrial fronterizo lucrativo y privatizado.

La semana pasada, la jefa de derechos humanos de la ONU, Michele Bachelet, pidió una moratoria sobre las tecnologías de alto riesgo, incluida la vigilancia de fronteras, pero la industria de gestión de la migración global no está atendiendo el llamado.

Grecia es solo uno de los muchos lugares del mundo donde se da rienda suelta a la experimentación tecnológica en la frontera. Nuestro trabajo continuo en el Refugee Law Lab intenta tejer el tapiz del complejo industrial fronterizo cada vez más poderoso y global que legitima el tecnosolucionismo a expensas de los derechos humanos y la dignidad.

 https://theconversation.com/inside-new-refugee-camp-like-a-prison-greece-and-other-countries-prioritize-surveillance-over-human-rights-168354


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