miércoles, 10 de febrero de 2021

 Buscadores de oro ilegales mataron a tiros a un líder yekuana e hirieron a su hijo el pasado miércoles 21 de enero (2021), en el estado brasileño de Roraima.




El indígena yekuana Vicente Cartón y su hijo Ronildo se habían negado a llevar a los buscadores de oro río arriba a través de los peligrosos rápidos del río Uraricoera hasta la reserva indígena yanomami. Los buscadores de oro les dispararon: Vicente murió en el acto, mientras que Ronildo consiguió escapar arrojándose al río. Se escondió en la selva hasta que consiguió emprender el regreso a su comunidad.

Los yekuana viven en Uaicás, una amplia comunidad situada al norte del territorio yanomami, y en diversas comunidades colindantes con la reserva. Son expertos en navegación fluvial y famosos por sus grandes canoas de madera.

Los yanomami llevan al menos un año denunciando públicamente la presencia de buscadores de oro ilegales en su tierra, pero las autoridades no han hecho nada para desalojarlos. El hermano de Ronildo advierte: “Los buscadores de oro son peligrosos y van armados”.

Los yanomami y los yekuana comienzan a recuperarse ahora de la masiva fiebre del oro de la década de los ochenta que diezmó sus poblaciones a causa de la violencia y la enfermedad. Tras muchos años de presión por parte de los indígenas y sus simpatizantes, los gobiernos de Brasil y Venezuela reconocieron finalmente el territorio yanomami en 1992.

Este último incidente trágico es un claro indicio de que las invasiones están aumentando y de que la actividad minera ilegal se vuelve a abrir camino.
La violencia contra los pueblos indígenas no se limita al norte de Brasil. Valmireide Zoromará, una líder del pueblo paresi, fue asesinada este mismo mes en el estado de Mato Grosso. El gerente de una hacienda de ganado le disparó mientras pescaba con su familia. Se cree que su muerte se debió a los conflictos territoriales.

CIMI, una organización brasileña de derechos indígenas, informa de que al menos 53 indígenas fueron asesinados en nueve estados brasileños a lo largo de 2008.

Los navegantes de los raudales del Orinoco, una tradición ancestral 

Danilo Antón

Guaremo Ye’kwana, conocido entre los criollos como Francisco Díaz, es un experto conocedor de los raudales (rápidas) que bajan del Huachamacare y del Duida para alimentar al pequeño pero caudaloso río Cunucunuma.

Con la ayuda hábil de su mujer, Guaremo puede guiar su bongo en plena noche, tanto aguas arriba como aguas abajo, aún en la seca más prolongada cuando los bajos fondos rocosos asoman por todas partes. Puede levantar un pesado motor fuera de borda al hombro para evitar las cascadas. Puede jalar del bongo metido en el agua hasta el cuello para vencer las corrientes más fuertes.

Los raudales del Báquero o del Picure los han visto pasar decenas de veces, aguas abajo, rumbo al río Orinoco o aguas arriba en dirección a Culebra.

Guaremo ha recorrido con su bongo todos los ríos de la cuenca del Alto Orinoco.  Conoce el Brazo Casiquiare de punta a punta, desde donde se desvían hacia el sur las aguas del gran río hasta la tierra de los Baniva y los Bare en la  zona de San Carlos de Río Negro.

Guaremo y su familia son ye’kwana de pura cepa, conocedores de los ríos y de las rápidas-raudales, navegantes de las aguas en las selvas profundas de este continente sudamericano, sobreviviente enérgico de la antigua gran nación de los caribes, que aún hoy ocupan los rincones más remotos de sus dominios tradicionales.

En una época, los caribes fueron una etnia poderosa, navegaban sus bongos y canoas más allá del delta del Orinoco, cruzaron los estrechos de mar y llegaron a establecerse en varias islas del mar-océano cercano.                

Después vinieron los invasores cruzando los mares, capturaron miles de caribes para trabajar en sus plantaciones de azúcar de Santo Domingo y Cuba, ocuparon las tierras de la costa arrinconándolos de a poco en los lugares más difíciles.

Los caribes-kariña se refugiaron en las sierras o emigraron hacia el este permaneciendo en el valle de Cuyuní y otras zonas apartadas de la Guayanía.                          

Los ye’kwana remontaron los ríos hacia el sur ubicándose en la cuenca alta del Ventuari, del Cucunucuma y en el Caura. Es en esa zona donde sobreviven más de 3,000 ye’kwana concentrados en unas 25 comunidades.

Allí abren sus conucos, cultivan su yuca, prepara su casabe  y yarake y pescan en los torrentosos ríos de pendientes. Son los descendientes de los maquiritare, los “señores de los ríos”.

Cada vez que el bongo de Guaremo logra bajar o subir los difíciles raudales del Cucunucuma se repite una ceremonia de larga data. En los ye’kwana, el mundo de la floresta, superando todas las pérdidas y destrucciones, todavía subsiste. En sus territorios ancestrales se encuentran algunas de las raíces más viejas del universo americano.         

Extraido de "Crónicas de la Peripecia Humana", Danilo Antón, Piriguazú Ediciones

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