domingo, 7 de junio de 2020


Hace más de 500 años
La llegada de los españoles a México 
Masacres despiadadas y resistencia en Tenochtitlán

En el año cristiano de 1502 los pueblos mexicanos eligieron un nuevo supremo sacerdote, décimo Tlatoani de la dinastia azteca de Mexico. Su nombre era Mohtecuhzoma Xocoyotzin, que luego habria de ser conocido como Montezuma o Moctezuma II. Los aztecas habían llegado al "gran valle entre las montañas" hacia menos de dos siglos, emigrando desde las tierras áridas del norte. Se establecieron en una isla del lago de México donde construyeron su ciudad capital, a la que denominaron Tenochtitlán". A partir de esta base lacustre lograron imponer su dominio en casi todos los estados y comunidades vecinas e incluso hicieron llegar su influencia a tierras alejadas, en la dirección de las mesetas, hacia los valles de los ríos y sobre las costas de los mares. Los pueblos que habitaban el Valle de México tenían una historia rica y antigua. Durante muchos siglos construyeron ciudades y monumentos y desarrollaron una gran diversidad de sistemas de producción y de cultivos. Igual que otros pueblos americanos, su vida se desenvolvía en un marco religioso y ceremonial complejo y místico. Era el mundo de Quetzalcoatl, la serpiente emplumada, maestro de las artes y de la cultura, que protegía a los cultivos y a las gentes y de su esposa, "nuestra madre Tonintzin".
Al consolidar su dominio sobre las tierras lacustres mexicanas, los aztecas procuraron destronar el viejo Dios y en su lugar imponer a su propia divinidad: Huitzilopochtli.
El Dios azteca Huitzilopochtli había sido representado originalmente con la imagen de un colibrí, ser delicado y suave. Luego de la invasión del valle, el Dios comenzó a pedirles sacrificios humanos, y así, la pequeña ave se transformó en algo muy diferente. Los pueblos tributarios debían aportar sus propias víctimas para los sacrificios que él solicitaba. Más tarde, Sahagún describiría a Huitzilopochtli como una especie de "Hércules" azteca. Quetzalcoatl quedó relegado a un segundo plano. Debido a ese origen impostado, la clase sacerdotal mexicana conservaba un temor oculto de que en algún momento podría aparecer el antiguo señor de los espíritus, Quetzacoatl, a pedirles una rendición de cuentas. Fue entonces cuando llegó Hernán Cortés con su expedición española de aventureros obsesivos. Al desembarcar cerca de la población nativa de Cempoala, Cortés y los suyos se enteraron" de que existía un imperio rico y poderoso en un valle de las montañas al que rendían tributo los pueblos de la costa, y hacia allí se dirigieron. El camino hacia México fue accidentado. Los españoles debieron enfrentarse a la resistencia nativa en varias oportunidades pero, aprovechándose de su caballería, los perros guerreros y sus mejores armamentos, fueron venciendo uno a uno los escollos. Finalmente, al llegar al valle de México, donde los esperaba Moctezuma, ya habían logrado constituir un numeroso ejército, incluyendo varios miles de aliados de la nación de los tlaxcaltecas.
Así los describieron los aztecas:
"Al frente venian cuatro hombres a caballo guiando a los otros... Constantemente se daban vuelta, avanzando y retrocediendo...entrando en las calles laterales, examinando las casas, constantemente mirando hada las azoteas. Sus perros hacían lo mismo, corrían adelante... oliendo y jadeando... Adelante solo, venía uno que llevaba su bandera... Detrás venían los hombres con las espadas de hierro; iban con sus espadas desenvainadas, relampagueando. En sus hombros... tenían escudos de madera y cuero. Luego en un escuadrón de numerosos caballos, llevando hombres en sus espaldas. Estos caballos.sudaban copiosamente, el sudor fluia como agua y la espuma de sus bocas goteaba sobre la tierra. Y al final, dirigiendo desde atras, venía su capitán, quien parecía ser el equivalente de nuestro comandante de guerra.
Cortés y su gente fueron alojados en el exuberante palacio de Axayacatl, fallecido padre de Moctezuma. Era suficientemente grande como para albergar a 400 españoles, 6,000 tlaxcaltecas, los caballos y todas sus vituallas. A los pocos días de su llegada, y luego de comprobar las riquezas que existían en la ciudad, los españoles decidieron pasar a la acción secuestrando a Moctezuma, quien a partir de entonces, y hasta su muerte, habría de ser su prisionero. Una de las primeras órdenes que Cortés le dio a Moctezuma fue que mandara buscar un gobernador que, supuestamente, había maltratado a algunos españoles. Totalmente dominado, Moctezuma acató la orden y el gobernador acusado fue traído a Mexico, donde fue quemado en una hoguera ante la vista de todos. Esta ejecución fue una demostración pública de que los invasores estaban en control de la situación en Tenochtitlán. Aprovechando la transitoria pasividad de la población se dedicaron a saquear las arcas del palacio, incluyendo numerosas obras de arte de alto valor. Algunas de ellas fueron enviadas a Europa donde fueron expuestas a la vista del público. Albert Durer, célebre artista alemán que las pudo examinar, las describió gráficamente "Vi las cosas que fueron traidas al Rey de la nueva Tierra Dorada: un sol enteramente de oro, una braza (casi dos metros) de ancho, de la misma forma, una luna enteramente hecha de plata, igual de grande ... Nada que haya visto en toda mi vida recocijaron tanto mi corazón como estos objetos. Porque en ellos vi trabajos asombrosos de arte y me maravillé sobre el ingenio sutil de estos hombres de tierras lejanas".
Pocos año más tarde, ambas obras de arte fueron fundidas para acuñar monedas.
Una noche de horror
En mayo de 1520 se produjo el desembarco de los adversarios españoles de Cortés y el capitán español decidió organizar una salida con 250 hombres para ir a confrontar a sus rivales a la costa del Golfo. En Mexico quedó al mando Pedro de Alvarado.
Apenas se fue Cortés, se llevó a cabo un festival de danzas ceremoniales en el Templo de Huitzilopochtli, para el cual el propio Capitán español había dado su autorización antes de partir. Sin embargo, Alvarado tenía sus ideas personales sobre como enfocar este tipo de fiestas y decidió aprovechar la ocasión para satisfacer sus propios impulsos. En pleno festival, cuando los bailarines, desarmados, estaban danzando dio la orden de ataque. Fue una noche de horror. "el baile habia empezado, ya había cantos... en ese oportuno momento los españoles decidieron matar a la gente. Aparecieron de pronto, en posición de combate, bloquearon las salidas... los pasajes... y cuando esto estuvo hecho, corrieron al Patio Sagrado a matar a la gente... Rápidamente rodearon los bailarines; luego corrieron entre los tambores... le cortaron las dos manos al que tocaba el tambor, le cortaron la cabeza que cayó lejos. Luego corrieron a la gente con lanzas de hierro y los cortaron con espadas de hierro. A algunos los cortaron desde atrás y estos cayeron por tierra con sus intestinos para afuera... Y cuando trataron vanamente de escaparse, meramente arrastraron sus entrañas y sus pies se enredaron. No tenían donde ir. Aquellos que trataron de escaparse fueron apuñalados y cortados en el portón. Pero algunos escalaron las paredes... Otros se quedaron yaciendo entre los muertos y fingiendo pudieron escaparse, pero si alguno parecía respirar lo cortaban también. La sangre... corría como agua... Y los españoles iban a todas partes, buscando en los edificios públicos blandiendo sus armas."
Luego de esta masacre se produjo una revuelta general. Los pueblos de Tenochtitlán y de otras localidades vecinas se alzaron en armas quemando el palacio de Axayacatl y sitiando a los españoles y sus aliados. Mientras tanto Cortés había tenido éxito en su incursion costeña. Derrotó al adversario recién llegado de Españia (Pánfilo de Narvaez) y logró convencer a los hombres de éste para sumarse a la campaña de saqueo que estaba programando. Cuando el contingente de Cortés reforzado llegó de regreso a Tenochtitlán se encontró con un panorama difícil. Los españoles estaban sitiados y cortos de provisiones. Las penurias alimenticias aumentaron aún más con la llegada de varios centenares de hombres.
Fue en ese momento que Moctezuma convenció a Cortes de que liberara a su hermano Cuitlahuac, que había sido preso por "actividades anti-españolas". Supuestamente su liberación permitiria "calmar" los ánimos del lado de los sitiadores. Cortés aceptó la propuesta y Cuitlahuac quedó en libertad. La reacción fue exactamente la contraria. Una vez libre, Cuitlahuac Ilamó a todos los jefes a una gran reunión con el fin de deponer a Moctezuma y lograr su propio nombramiento. La reunión se realizó y Cuitlahuac fue consagrado como nuevo Tlatoani de los mexicas. Relata el Codex Florentino que los españoles, en represalia por la designación de Cuitlahuac, ultimaron a Moctezuma. Mientras tanto el cerco se cerró y la situación de los sitiados fue empeorando diariamente. A medida que pasaban los días se agudizaban el hambre y las enfermedades. Frente a esa situación desesperante, Cortés decidió organizar un escape nocturno. El intento se produjo a través del puente de Tlacopan. Españoles y tlaxcaltecas fabricaron puentes de madera portátiles y comenzaron a deslizarse sigilosamente en un grupo compacto, guardando el mayor de los silencios. Cuando habían logrado cruzar tres canales rumbo a la tierra firme, se dio la voz de alarma. Inmediatamente las fuerzas sitiadoras mexicanas atacaron desde todas las direcciones. Españoles y aliados morían como moscas. Los que lograron cruzar lo hicieron pisando cadáveres y empapados en sangre. Al fin de esa noche, que se habría de conocer en la historia de Mexico como "la noche triste", habían caido 900 españoles, varios miles de tlaxcaltecas y 46 caballos. Esta historia, que se enseña año a año en muchas escuelas y colegios del continente, no recuerda todas las noches tristes olvidadas en las que las victimas fueron los pueblos nativos americanos indefensos. Ellos también merecen una mención que hasta ahora les ha sido negada.
Reproducido del libro "Amerrique, los huérfanos del paraiso", Danilo Antón, Piriguazú Ediciones..

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