La sobrevivencia de las sociedades matriarcales
Hay discusiones entre los antropólogos e historiadores acerca de la existencia pasada de sociedades matriarcales. Se puede deducir su antigua ocurrencia a través de las mitologías en donde las deidades femeninas constituyen el fundamento central de las creencias religiosas. Son los casos de Coyolxauhqui y Tonantzin entre los pueblos mexicanos, o de Gaia y Demeter en la Grecia pre-clásica, la Pachamama entre las culturas quechuas y aymaráes de los valles y mesetas andinas de América del Sur y Iemanjá en las naciones yorubas africanas. En algunos casos estas deidades fueron sustituidas por dioses masculinos como resultado de la irrupción de grupos étnicos patriarcales y guerreristas (p.ej. Huitzilopochtli entre los aztecas y Apolo en la Grecia clásica).
Además de estos fuertes indicios de antiguas sociedades con
componentes religiosos matriarcales, en
la actualidad de registran numerosos ejemplos de comunidades donde las mujeres
constituyen la base de su existencia y funcionamiento .
Algunos ejemplos de
comunidades matriarcales
“Hace 13 años, un grupo de mujeres en Kenia creó la aldea
de Umoja que significa “la unidad”, en el idioma swahili. Una aldea dirigida
completa y exclusivamente por mujeres, donde sentirse protegidas del maltrato y
donde ir en busca de ayuda o simplemente consejo.
Rebecca Lolosoli es la matriarca de este pueblo. A los 13
años de edad fue obligada a casarse con un hombre que le triplicaba en edad.
Violada y abandonada a su suerte, supo luchar por sus ideales y crear esta
aldea con ayuda de sus compañeras.
Los Mosuo, en China, viven en la región del lago Lugu, un
lugar aislado (hoy día para llegar hacen falta 9 horas en jeep) que ha
permitido que el sistema de línea materna floreciera y perdurara. Es, quizá, el
legado de una época en la que era frecuente que los padres murieran en guerras,
vivieran como nómadas o fueran monjes budistas. En ausencia de los hombres, las
mujeres recogían las cosechas, daban de comer a las familias e imponían las
normas.
Como en otras comunidades matriarcales, no hay violencia;
son comunes el buen trato y la hospitalidad. Entre los Mosuo no tienen ninguna
palabra para los conceptos de “asesinato”, “guerra”, “violación” o
“cárcel” En este lugar, las mujeres son las únicas propietarias. La herencia se
transmite de madre a hija. En cada una de las familias hay una matriarca , y
ella cuida y administra todos los asuntos económicos y sociales del clan y de
todas sus posesiones: la casa, los campos, los animales domésticos y el alimento.
El clan está formado por una mujer, sus hijos, su madre, sus hermanos, sus
hermanas y los hijos de esas mismas hermanas. No existen los maridos.
No existe el matrimonio. Los hombres y las mujeres nunca
viven juntos; el hombre se encuentra, por las noches, a solas con su amada. Se
mantienen enlazados sólo por el afecto, así que cuando éste desaparece nada los
liga y se separan. Casi sin excepción, los hombres siguen viviendo, incluso
después de ser padres, en casa de su madre, y ayudan a criar a los hijos de sus
hermanas.
Frente la costa de Guinea Bissau, en Orango Grande, hay una
sociedad matriarcal (etnia Bijagó) donde las mujeres gestionan la
economía, el bienestar social, la ley… y el amor. En el tema del amor, son las
mujeres, y no los hombres, quienes eligen. Ellas proponen públicamente
colocando a sus futuros novios un plato de pescado marinado en aceite de palma
roja. Una vez hecha la oferta, los hombres no pueden negarse. Rechazarlo
hubiera significado deshonrar a su familia.
Juchitan está en Oaxaca, México. La expectativa de vida es
la más alta de México. El 81.6% de los niños están bien alimentados, algo
llamativo teniendo en cuenta que la desnutrición infantil en otros lugares de
México llega al 80%.
El comercio tradicional en Juchitán ha estado y está en
manos femeninas, y se basa en la buena comida autóctona y en la economía de
prestigio. En Juchitan se celebran mas de 600 fiestas al año, en las que se
produce una constante redistribución de la riqueza material y humana. El honor
y prestigio se adquiere mediante estas suntuosas fiestas de abundante comida y
bebida.
Las mujeres exiliadas de Sáhara Occidental son los pilares
sobre los que se asientan los campamentos de refugiados. Los Comités y
Subcomités están dirigidos prácticamente por mujeres en todas las dairas. Ellas
mantienen en pie las jaimas, articulan la vida social y económica de los
campamentos y llevan, en definitiva, la administración de una supervivencia
digna durante los casi 40 años que dura el exilio.”
Tomado parcialmente de las siguientes referencias.
http://revistamito.com/existe-el-matriarcado/
Pueblos, drogas y serpientes, D.A., Piriguazú Ediciones
Pueblos, drogas y serpientes, D.A., Piriguazú Ediciones
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